Vida Sin Ley: Una introducción al anarquismo
Segunda Edición
Esta revista fue traducida por Jesús A. León
La primera edición fue publicada en 2013. Esta edición revisada fue publicada en 2024. Ambas fueron publicadas por Strangers In a Tangled Wilderness.
Quiero libertad, el derecho a la autoexpresión, el derecho de todos a cosas hermosas y radiantes.
—Emma Goldman, 1931
Un anarquista es alguien que rechaza la dominación de una persona o clase de personas sobre otra. El anarquismo es un término muy amplio que engloba a un grupo de filosofías políticas basadas en la idea de que podemos vivir como anarquistas. Nosotros, los anarquistas, queremos un mundo sin naciones, gobiernos, capitalismo, racismo, sexismo, homofobia... sin ninguno de los numerosos y entrelazados sistemas de dominación que el mundo soporta hoy en día.
No existe una única expresión perfecta del anarquismo porque el anarquismo es una red de ideas en lugar de una filosofía dogmática única. Y preferimos que sea así.
El mundo hoy en dia
Estás obligado a fingir respeto por personas e instituciones que te parecen absurdas. Vives adherido de manera cobarde a convenciones morales y sociales que desprecias, condenas y sabes que carecen de toda base. Es esa contradicción permanente entre tus ideas y deseos y todas las formalidades muertas y vanas pretensiones de tu civilización lo que te entristece, te perturba y te desequilibra. En ese conflicto intolerable pierdes toda alegría de vivir y todo sentido de la personalidad, porque en cada momento reprimen, contienen y limitan el libre juego de tus facultades. Esa es la herida envenenada y mortal del mundo civilizado.
—Octave Mirbeau, 1899
Hay quienes dicen que el anarquismo no funcionaría, que necesitamos leyes, policías y capitalismo. Pero nosotros decimos que son los sistemas actuales los que no están funcionando.
La industrialización está calentando el planeta al punto que podría acabar con todos nosotros. En el mejor de los casos, ya hemos provocado una de las mayores extinciones masivas en la historia de la Tierra. La deforestación extiende los desiertos en la naturaleza y el racismo sistemático amplía los desiertos alimentarios en las ciudades.
Miles de millones pasan hambre cada día en todo el mundo porque el capitalismo global hace más rentable para las élites de las naciones hambrientas cultivar cultivos para exportación en lugar de alimentar a su propia gente. La ciencia ha sido subvertida por las exigencias del lucro, y la investigación solo recibe financiamiento si explora lo que podría enriquecer a unos pocos.
Incluso la clase media está empezando a caer en ruina, y en esta economía quedan pocos que crean en el mito de la prosperidad que nos vendieron cuando éramos niños.
Nos dicen que la anarquía no puede funcionar porque las personas son "intrínsecamente" defectuosas y están motivadas únicamente por el interés propio. De alguna manera, hacen el salto ilógico de esta idea a la noción de que por lo tanto necesitamos líderes y gobierno. Pero si no confiamos en las personas para que se guíen a sí mismas, ¿por qué confiamos lo suficiente en ellas como para ponerlas a cargo de todos?
¿Qué pasaría si en lugar de las organizaciones jerárquicas que nos han llevado a la ruina, creamos organizaciones horizontales? ¿Y si creamos una sociedad en la cual enfrentemos colectivamente los problemas, sin ignorar lo que nos hace únicos y sin forzar al individuo a estar subordinado al conjunto?
Responsabilidad y Libertad
Un anarquista es aquel que, al elegir, acepta la responsabilidad de la elección.
—Ursula K. Le Guin, 1974
Una forma en la que algunos anarquistas les gusta pensar es que el anarquismo es el matrimonio entre la responsabilidad y la libertad. En una sociedad estatal, bajo el gobierno, estamos sujetos a la responsabilidad de cumplir con un conjunto de leyes a las cuales no dimos nuestro consentimiento. Se espera que seamos responsables sin que se nos confíe la libertad. Hay leyes sobre todo: a quién podemos amar, qué líneas imaginarias podemos cruzar, qué podemos hacer con nuestros propios cuerpos. No se nos confía actuar bajo nuestra propia autoridad, y en cada paso estamos siendo administrados, observados, vigilados y, si nos salimos de la línea, encarcelados.
Lo contrario—la libertad sin responsabilidad—no es mucho mejor, y forma el mito predominante sobre la anarquía. El gobierno prospera con esta idea equivocada, la idea de que solo la existencia de policías y cárceles nos impide matarnos unos a otros a gran escala. Pero en realidad, las personas en este mundo que actúan con total libertad y ninguna responsabilidad son aquellas tan privilegiadas en nuestra sociedad que están más allá de toda crítica, como la policía y los ultra ricos. La mayoría de nosotros entendemos que para ser libres debemos hacernos responsables ante aquellos a quienes queremos y cuyas vidas nuestras acciones podrían afectar: nuestras comunidades, familias y amigos.
Anti-Capitalismo
El primer hombre que, al cercar un pedazo de tierra, dijo "Esto es mío", y encontró personas lo suficientemente ingenuas para creerle, ese hombre fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras y asesinatos, cuántos horrores y desgracias podría haber evitado la humanidad si alguien hubiera arrancado las estacas o llenado la zanja, y hubiera gritado a sus semejantes: Cuidado con escuchar a este impostor; están perdidos si olvidan que los frutos de la tierra nos pertenecen a todos y la tierra misma no le pertenece a nadie.
—Jean-Jacques Rousseau, 1754
Existe esta idea, que ha demostrado ser falsa a nivel global, de que es "bueno", "saludable" o "más natural" que la mayoría de las personas en una sociedad actúen únicamente en beneficio personal. En términos económicos, este es el mito central del capitalismo: que todos deberían intentar aprovecharse de los demás todo el tiempo, y que si todos lo hacen, la mayoría gana. Las personas que quieren que creas en ese mito son las que ganan: las personas que ya controlan todo.
El capitalismo no significa, como se entiende popularmente, un sistema económico en el cual las personas trabajan por dinero que pueden intercambiar por bienes o servicios. El capitalismo es, en cambio, un sistema económico en el cual las personas pueden aprovechar su acceso al capital para extorsionar dinero a otras personas. Es decir, el capitalismo es el sistema por el cual las personas que poseen cosas no tienen que trabajar y todos los demás sí. La clase poseedora gana dinero simplemente por tener dinero. Ganan dinero a través de inversiones, alquilando propiedades, y del valor producido por sus empleados. Viven en el lujo porque están dominando a todos los que ganan dinero trabajando.
El capitalismo es un sistema mediante el cual una clase de personas domina a otra, y nosotros nos oponemos a él. En cambio, sugerimos todo tipo de formas diferentes de organizar nuestras economías. Algunos anarquistas abogan por el comunismo, en el cual los medios de producción son propiedad común de las comunas o secciones más amplias de la sociedad. Otros prefieren el mutualismo, en el cual los medios de producción son propiedad de individuos o colectivos y se utiliza dinero, pero el dinero solo se puede ganar a través del trabajo, no del capital. Está el colectivismo, que encuentra algo así como un punto intermedio entre los dos. Hay muchas más ideas además de estas, y la mayoría de los anarquistas creen que cualquier grupo de personas debería ser libre de elegir el sistema que prefiera, siempre y cuando estas ideas eviten sistemas demostradamente opresivos como el capitalismo.
Anti-Estado
El gobierno es una asociación de hombres que ejercen violencia sobre el resto de nosotros.
—Leo Tolstoy, 1894
Durante los últimos cientos de años, la retórica progresista en las sociedades occidentales ha girado en torno al tipo de gobierno que debemos tener. Pero la división de personas y geografía en "estados" bajo los cuales son gobernados es en sí misma absurda y perjudicial. Para un anarquista, preguntar qué tipo de gobierno tener es como preguntar si es mejor ser devorado por lobos o leones. Lo que no se pregunta con suficiente frecuencia es si debemos ser "gobernados" en absoluto.
Sin embargo, los anarquistas no evitan la organización. Si acaso, dedicamos demasiado tiempo preocupándonos por sus complejidades. Nos oponemos al gobierno porque nos oponemos a ser gobernados, no porque nos opongamos a organizarnos entre nuestros pares en beneficio mutuo.
Algunos anarquistas dicen que lo que quieren es una democracia directa: que las personas mismas puedan gobernar sin un estado a través de consejos comunitarios y otros sistemas organizativos horizontales. Otros rechazan completamente la palabra democracia, encontrándose demasiado ligada a los sistemas actuales y sugiriendo que la democracia sigue siendo un gobierno, uno que crea un conjunto de leyes que todos están obligados a obedecer—como cuando seis lobos y cuatro ovejas se juntan para planificar lo que les gustaría cenar. Cada anarquista, como cada persona, es diferente y encuentra resonancia en diferentes ideas y formas de enmarcar nuestras ideas.
Entre nosotros, generalmente creamos estructuras organizativas que permiten la plena autonomía de cada individuo, donde ninguna persona puede ser obligada a aceptar los deseos del grupo. Debido a que en su mayoría no estamos interesados en estructuras organizativas estáticas con membresía fija y oficial, los anarquistas pueden organizarse de manera orgánica. Las personas entran y salen de las organizaciones y estas mismas pueden aparecer y desaparecer con el tiempo según las necesidades de quienes las utilizan. Cuando se consideran útiles o necesarias estructuras más grandes, varios grupos a menudo forman redes, que son estructuras horizontales para la difusión de ideas e información y para la planificación de operaciones complejas.
Un Mundo Sin Ley
Qué noble es la ley, en su majestuosa igualdad, que tanto ricos como pobres tienen igual prohibición de orinar en las calles, dormir bajo los puentes y robar pan.
—Anatole France, 1894
Ninguna gran idea en sus comienzos puede estar dentro de la ley. ¿Cómo puede estar dentro de la ley? La ley es estática. La ley es fija. La ley es una rueda de carro que nos ata a todos, sin importar las condiciones, el lugar o el tiempo.
—Emma Goldman, 1917
Algunas personas tienen la desafortunada tendencia de insistir en que no puedes estar en contra de algo a menos que sepas por qué estás a favor. Rechazamos esa idea. No sentimos que el peso de la prueba recaiga sobre los oprimidos para identificar con qué querrían reemplazar a sus opresores.
Si te están golpeando con un bate de béisbol, no deberías sentirte obligado a articular con qué preferirías que te golpearan en su lugar. O, más al punto, la policía nos golpea con porras y los medios insisten en que si queremos dejar de ser golpeados con porras, necesitamos articular exactamente cómo queremos que se maneje el crimen y el castigo en una sociedad que no depende de la policía. Esto es absurdo.
Pero mientras identificar y destruir los sistemas existentes de dominación es la tarea inmediata que tenemos ante nosotros, también dedicamos parte de nuestro tiempo a imaginar cómo sería un mundo sin ley. Y ocasionalmente tenemos la oportunidad de llevar a cabo ese mundo durante días, semanas o años en grupos grandes y pequeños, y hemos tenido un buen éxito. Sabemos que el anarquismo funciona porque lo hemos experimentado.
Un mundo sin ley no es un mundo sin pautas. Nos oponemos a la ley porque la ley es una forma de entender la conducta humana que fue diseñada, y se ha implementado, para el control social en lugar de para promover la justicia. Las leyes están diseñadas para ser oscuras pero rígidas, creando una serie de trampas para aquellos que ya están marginados por la sociedad.
La ley no es realmente una herramienta útil para juzgar el comportamiento humano. Como sugiere el saber popular, las personas buenas no necesitan leyes y las personas malas no las siguen. Las leyes son blanco y negro, obligando a las personas a obedecer la "letra" de la ley mientras ignoran alegremente el "espíritu". Y además, porque se aplican mediante la violencia a la menor provocación, polarizan a la sociedad entre aquellos demasiado temerosos de salirse de la línea y aquellos que desobedecen simplemente por desobedecer. De cualquier manera, obstaculizan la capacidad de las personas para desarrollar sus propios conjuntos éticos personales. No ayudan a las personas a aprender a respetar a los demás por el simple hecho de respetar a las personas.
Las personas que son alentadas a actuar socialmente tienden a actuar de manera social, y las personas tratadas con empatía responderán, en su mayoría, de la misma manera. Siempre habrá excepciones, pero para tratar con esas personas, las pautas—que permanecen adaptables a las circunstancias—son una herramienta significativamente más útil que la ley jamás será. Además, muchos anarquistas trabajan hacia lo que se conoce como justicia transformadora. Este es el concepto de que, si bien es imposible reparar el daño causado por el perpetrador de un acto injusto, se puede trabajar para que el perpetrador asuma la responsabilidad personal por lo que ha hecho para evitar que vuelva a ese comportamiento en el futuro. Una sociedad anarquista, como cualquier otra, aún se defenderá de aquellos que no pueden o no quieren asumir la responsabilidad de sus acciones, pero esta autodefensa se realiza en nombre de la protección en lugar de castigo o venganza.
Vale la pena señalar aquí que, al igual que muchas de nuestras ideas y métodos, la justicia transformadora se practica—y se ha desarrollado—no solo por anarquistas, sino por una amplia gama de grupos marginados.
Y por supuesto, no vivimos en una sociedad anarquista, libre de la influencia de la cultura de dominación que nos rodea, y cualquier pensamiento que tengamos sobre un mundo sin ley es razonablemente hipotético. Una vez más, nos reservamos el derecho de condenar atrocidades, como la cultura de la prisión y la policía, sin sentir la obligación de presentar y aplicar alternativas completamente desarrolladas.
Ayuda Mutua y Solidaridad
Solo soy verdaderamente libre cuando todos los seres humanos, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otros hombres, lejos de negar o limitar mi libertad, es, por el contrario, su premisa necesaria y confirmación.
—Mikhail Bakunin, 1871
La ayuda mutua es una forma elegante de decir "ayudarnos mutuamente", y es una de las creencias fundamentales del anarquismo. Creemos que las personas pueden interactuar de manera significativa compartiendo recursos libremente, sin coerción. Compartimos porque nos ayuda a nosotros mismos y a todos a nuestro alrededor a vivir vidas más significativas. Ponemos más énfasis en la cooperación que en la competencia.
La solidaridad es una palabra elegante para "apoyarnos unos a otros". La solidaridad es la fuerza más poderosa que los oprimidos pueden ejercer sobre sus opresores. Cada vez que van tras uno de nosotros, actuamos como si fueran tras todos nosotros. La solidaridad puede manifestarse de mil maneras diferentes. Puede ser cuando alguien derriba a un policía para liberar a otro manifestante, pueden ser manifestaciones o acciones en nombre de aquellos cuyas voces han sido silenciadas por el estado. La solidaridad puede ser ofrecer cuidado infantil para padres, puede ser ayuda médica. La solidaridad es cuando mostramos al mundo que ninguno de nosotros está solo, cuando elegimos entrelazar nuestras luchas.
La solidaridad a menudo se contrasta con la caridad. La caridad puede entenderse como una forma de proporcionar ayuda que refuerza la relación jerárquica entre grupos. Las personas ricas que donan dinero a la caridad hacen que las personas pobres dependan aún más de los ricos. Sin embargo, las personas pobres que se organizan para compartir recursos como iguales están actuando desde la solidaridad.
Consentimiento y Consenso
Quienquiera que ponga su mano sobre mí para gobernarme es un usurpador y tirano, y lo declaro mi enemigo.
—Pierre-Joseph Proudhon, 1849
Como anarquistas, nos comprometemos a hacer solo aquellas cosas con las personas que esas personas desean hacer. Utilizamos varios métodos para determinar qué son esas cosas.
A nivel individual, nos interesan las prácticas basadas en el consentimiento. Es sorprendente cuánto la sociedad convencional nos enseña a valorar el consentimiento mutuo.
El consentimiento es una forma de averiguar qué están interesadas en hacer otras personas contigo. Principalmente, esto significa preguntar a las personas antes de hacer cosas con ellas. "¿Quieres venir a esta manifestación?" "¿Puedo besarte?" "¿Quieres mi consejo?" "¿Puedo ayudarte con eso?" Algunas personas desarrollan formas no verbales conscientes de comunicar el consentimiento, pero lo importante es no actuar sin saber si la otra persona está informada de las ramificaciones de una acción, está en condiciones de tomar decisiones y está entusiasmada.
Una herramienta, entre muchas, que utilizamos para encontrar el consentimiento en grupos más grandes es el consenso. El consenso es una forma de determinar con qué se siente cómodo hacer todo el grupo. "¿Queremos bloquear este edificio?" "¿Queremos poner el nombre de nuestro grupo en esta carta pública?" "¿Queremos publicar este libro?"
El consenso es una herramienta útil para respetar la autonomía de cada individuo dentro de un grupo. Algunas personas confunden el consenso con el voto, pero donde todos están de acuerdo en lugar de una mayoría. Sin embargo, el voto puede ser una forma de toma de decisiones competitiva que no está diseñada para respetar la autonomía de las personas. El consenso, en lugar de ser una forma de convencer a todos para que estén de acuerdo con el mismo plan, es una manera de explorar cuáles son los límites lógicos de cualquier grupo dado. Si todos los miembros de un grupo no pueden estar de acuerdo en una acción específica, entonces esa acción no debería ser realizada por ese grupo, pero quizás las personas que están entusiasmadas con la acción puedan hacerla por separado. Sin embargo, a diferencia del consentimiento a nivel individual, no siempre es necesario que un grupo que busca consenso necesite que todos estén entusiasmados con la acción específica, y es común y respetable "abstenerse" de una decisión.
No todos los colectivos y grupos son muy formales en su toma de decisiones por consenso, y muchos grupos tienden a trabajar más en un modelo de "autonomía" en el que se confía en que cada uno actúe en nombre del grupo y luego sea responsable ante todos los demás por las acciones y decisiones que tomó en nombre del grupo.
Acción Directa
Los anarquistas saben que un largo período de educación debe preceder a cualquier cambio fundamental en la sociedad, por lo tanto, no creen en mendigar votos ni en campañas políticas, sino en el desarrollo de individuos que piensen por sí mismos.
—Lucy Parsons, 1890s
Los anarquistas no quieren reformar el sistema político existente; quieren abolirlo. En lugar de la defensa política, mediante la cual podríamos apelar a otros para cambiar nuestras condiciones, generalmente practicamos la acción directa. La acción directa es un medio mediante el cual tomamos control sobre nuestras propias vidas, mediante el cual recuperamos la autonomía y la agencia que nos son sistemáticamente arrebatadas por los sistemas gubernamentales, mediante el cual nos convertimos en individuos que piensan por sí mismos.
En lugar de rogarle al gobierno o a las corporaciones que empiecen a proteger los bosques, ponemos nuestros cuerpos entre los árboles y las motosierras, o nos colamos de noche para quemar sus camiones madereros. Ningún sistema basado en la industrialización y el capitalismo nunca va a priorizar los ecosistemas naturales sobre las ganancias, así que no vamos a perder nuestro tiempo pidiendo amablemente.
En lugar de pedirles a los capitalistas que deroguen sus políticas comerciales que están destrozando a las naciones en desarrollo, vamos a aparecer en masa en sus cumbres y bloquear a los delegados comerciales para que no tengan la oportunidad de planear. En lugar de hacer campaña por el derecho al matrimonio, viviremos nuestras vidas queer como queramos, con quien elijamos, y nos defenderemos de los intolerantes en lugar de pedirle al estado que intervenga.
Prefiguración
Si tomáramos al revolucionario más ferviente, le das de el poder absoluto, en un año sería peor que el propio Zar.
—Mikhail Bakunin
Participamos en la acción directa porque encontramos que los "medios" y los "fines" son inseparables; es el acto de trabajar hacia una sociedad mejor lo que nos muestra cómo es vivir en una. Es bastante probable que ninguno de nosotros viva en una sociedad anarquista, pero eso no significa que no podamos actuar como anarquistas ahora. Ser anarquista tiene tanto que ver con las formas en que te relacionas con el mundo y cómo tratas a las personas como con qué utopía fantástica esperas vivir algún día.
A veces llamamos a esta interconexión de medios y fines "prefiguración". Los anarquistas buscan actuar de maneras que maximicen la autonomía de otras personas. Muchos izquierdistas, especialmente marxistas, sugieren una vanguardia con la cual tomar el poder. No tenemos interés en tomar el poder para nadie más que para nosotros mismos, y nos oponemos a cualquiera que piense que debería gobernarnos, ya se autodenomina "revolucionario" o no.
Además, la prefiguración significa que no toleramos actitudes opresivas en nuestros círculos, porque buscamos un mundo sin comportamientos opresivos.
Sin embargo, la prefiguración no implica que tengamos que ser no violentos. Aunque creemos que un mundo anarquista responsable sería más pacífico que el mundo en que vivimos hoy, la mayoría de los anarquistas aceptan que la dominación a veces puede requerir fuerza violenta para detenerla. Nuestro problema no es con la violencia en sí misma, sino con los sistemas de dominación que hacen uso de ella.
Tácticas
Un anarquista es cualquier persona que niega la necesidad y legitimidad del gobierno; la cuestión de sus métodos para atacar es ajena a la definición.
—Benjamin R. Tucker, 1895
Así como no hay una idea unificada de economía anarquista, tampoco existe un marco universalmente aceptado para las tácticas anarquistas. Sabemos que creemos en la acción directa, pero ¿qué tipos? Casi cada anarquista individual o grupo anarquista podría responder a esta pregunta de manera diferente.
Una de las tácticas anarquistas más famosas en el siglo veintiuno es el bloque negro. El bloque negro es una táctica mediante la cual obscurecemos nuestras identidades vistiendo ropa negra idéntica y luego participamos en diversas acciones directas, generalmente en público. Las personas en bloque negro hacen de todo, desde destruir propiedad corporativa (como romper ventanas de bancos, tribunales, cadenas de tiendas y otras instituciones y símbolos de dominación) hasta defender manifestaciones de ataques policiales (a menudo usando escudos, pancartas reforzadas y ocasionalmente armas como mástiles de banderas o rocas lanzadas) y confrontar físicamente a fascistas. La táctica del bloque negro sigue siendo popular hoy en día porque empodera a quienes participan en ella y, en comparación con otras tácticas, es efectiva para mantener seguros a los involucrados frente a la represión policial. Esto no significa que todos los anarquistas participen o apoyen las tácticas del bloque negro, ni que las personas que participan en bloques negros no utilicen también otras tácticas.
Otra cosa por la cual los anarquistas son conocidos hoy son las organizaciones de ayuda mutua. En ciertos aspectos, estas organizaciones parecen ser el polo opuesto de las manifestaciones callejeras militantes: en lugar de atacar a la extrema derecha y al capitalismo, las organizaciones de ayuda mutua distribuyen alimentos, organizan atención médica, imparten talleres y en general nos ayudan, como parte de la sociedad, a cuidar de esa sociedad. Sin embargo, estas dos tácticas se refuerzan mutuamente, y mientras muchos anarquistas prefieren una u otra, muchos participan en ambas.
Hay muchas, muchas más tácticas con las que los anarquistas están activamente comprometidos en todo el mundo, además de distribuir alimentos en parques o vestir de negro y tomar las calles. (También, por ejemplo, a veces vestimos de colores cuando tomamos las calles.) Organizamos manifestaciones. Organizamos lugares de trabajo en sindicatos y creamos cooperativas de trabajadores. Trabajamos para ciudades diseñadas para satisfacer las necesidades de las personas y el ecosistema en lugar de los deseos de los ricos. Llevamos leña a quienes la necesitan para calentar sus hogares rurales. Golpeamos a los nazis. Infiltramos organizaciones nazis para desorganizar las. Tiramos tartas a políticos para mostrar al mundo que no son intocables. Dirigimos revistas y podcasts y escribimos como periodistas. Hackeamos bases de datos de seguridad y filtramos información al público sobre la forma en que se les espía. Contamos historias que erizan la resistencia a la opresión. Ayudamos a las personas a cruzar fronteras. Ayudamos a compañeros presos o a quienes salen de la cárcel. Se nos conoce por quemar uno o dos edificios. Y hace tiempo, pero solíamos matar reyes.
Abogamos por lo que se llama una diversidad de tácticas, lo que significa que tenemos tanto respeto por quienes practican la desobediencia civil no violenta como por los incendiarios; es decir, solo tanto respeto como las acciones individuales merecen por sí mismas en el momento, lugar y contexto social en que fueron utilizadas.
Estrategia
Una estrategia anarquista no es una estrategia sobre cómo hacer que una sociedad capitalista o estatista sea menos autoritaria o espectacular. Parte del supuesto de que no podemos tener una sociedad anarquista mientras el estado o el capitalismo continúen reinando.
—Aragorn!, 2005
Se han sugerido muchas estrategias más amplias sobre cómo podríamos crear una sociedad anarquista, o incluso solo estrategias sobre cómo podríamos vivir mejor como anarquistas aquí y ahora. Cada una tiene sus defensores y detractores, pero pocos creen que haya un único camino correcto hacia la libertad, y todas estas estrategias se han solapado en el pasado y seguirán haciéndolo en el futuro.
La estrategia más famosa es la de la revolución, en la que una sola sublevación masiva y razonablemente organizada permite a las clases oprimidas apoderarse de los medios de producción y tomar sus vidas en sus propias manos. Muchos anarquistas siguen siendo escépticos sobre cómo podríamos organizar tal cosa de manera que no simplemente deje a otro grupo, una suerte de gobierno anarquista, en el poder.
La revolución no tiene el mejor historial en términos de aumentar la libertad para aquellos en el país revolucionario. Con bastante frecuencia, los comunistas de estado u otros grupos autoritarios han tomado el control de la revolución en el último momento, ocupando el vacío de poder. Esto, muchos anarquistas argumentarían, no significa que una revolución antiautoritaria sea imposible, solo que enfrenta numerosos desafíos.
Una segunda estrategia es la de fomentar insurrecciones. Las insurrecciones son momentos de libertad y revuelta, que a menudo ocurren en tiempos de crisis. Estas insurrecciones pueden permitir la liberación de áreas del control estatal y, si las revueltas ocurren con fuerza y frecuencia crecientes, podrían llevar a una revuelta generalizada que podría romper el poder estatal. Se ha argumentado que las insurrecciones no proporcionan cambios duraderos y a menudo simplemente sirven como una excusa para la represión gubernamental, pero las insurrecciones también han desempeñado roles importantes en numerosas luchas anarquistas.
Una tercera estrategia que los anarquistas han intentado históricamente es el sindicalismo. Este método se basa en construir el poder de la clase trabajadora mediante la organización de los lugares de trabajo en sindicatos interconectados y mutuamente solidarios. El sindicalismo ha sido increíblemente popular y a menudo exitoso en el pasado, pero la segunda mitad del siglo veinte cambió fundamentalmente la manera en que los sindicatos y los lugares de trabajo se organizan. Sin embargo, las condiciones están cambiando nuevamente y la organización en los lugares de trabajo es nuevamente una estrategia prometedora.
Otra estrategia se conoce a veces como la estrategia del poder dual, o "construir el nuevo mundo en el seno del viejo". Esta estrategia consiste en construir "contra-infraestructura" siguiendo líneas anarquistas para satisfacer las necesidades y deseos de las personas mientras atacamos simultáneamente a las instituciones principales que están destruyendo el mundo.
Otros anarquistas no tienen interés en la creación de una sociedad anarquista, sino que se centran en atacar la sociedad que ha empobrecido el mundo. Estos anarquistas generalmente practican el nihilismo.
Ninguna de estas estrategias es excluyente, por supuesto. Tampoco es esta lista exhaustiva. Algunos anarquistas se preocupan principalmente por estrategias basadas en la descolonización, la educación o la intervención en crisis. Otros están probablemente trabajando arduamente ideando estrategias que nunca se han intentado, ideas que estamos ansiosos por poner a prueba.
Compromiso con el Sistema
El individuo no puede negociar con el Estado. El Estado reconoce solo una moneda: el poder, y la emite por sí mismo.
—Ursula K Le Guin, 1974
Obviamente, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, vivimos en un mundo capitalista y estatista. El anarquismo es aspiracional y optimista, pero no delirante. El hecho de que no aprobemos la existencia del estado no significa que no comprendamos que existe y tiene poder material. No "creemos" en la prisión, pero eso no impide que el estado nos encierre en ella. Cada acción que tomamos, como individuos y como grupos, debe aceptar la realidad de la situación. Quizás si fuéramos anarquistas perfectos, destruiremos nuestros documentos de identidad emitidos por el estado y no nos detendremos la próxima vez que un policía encienda sus luces detrás de nosotros, pero todos debemos hacer concesiones estratégicas. De manera similar, queremos un mundo sin trabajo asalariado, pero esto no nos hace hipócritas cuando trabajamos por el dinero que necesitamos para comer.
Historia
Los anarquistas de la España revolucionaria preferirían probablemente que luchemos hoy nuestras propias batallas en lugar de pasar tanto tiempo discutiendo las suyas. Los anarquistas españoles eran gente común y corriente, y hicieron exactamente lo que nosotros haremos cuando tengamos la oportunidad.
—Curious George Brigade, 2004
Los anarquistas se preocupan más por el presente que por el futuro, porque cómo vivimos aquí y ahora es más importante que alguna utopía ilusoria. Y estamos más interesados en el futuro que en el pasado, porque tenemos control sobre el futuro y viviremos en él. Pero sí tenemos una historia larga y rica, de la cual podemos sacar inspiración, orgullo y numerosas lecciones.
Vale la pena distinguir entre Anarquismo, con mayúscula, y la tradición anárquica más amplia (a veces llamada "anarquía" en contraste con el Anarquismo). El Anarquismo, como generalmente se discute, es una posición ideológica desarrollada en Europa durante el siglo XIX junto con el socialismo, el comunismo y otras respuestas europeas al capitalismo. Este Anarquismo puede ser visto como parte de un movimiento anárquico más amplio, todas las tradiciones antiautoritarias y procomunales que se encuentran en casi todas las culturas de la historia, incluidas muchas culturas no occidentales que existen hoy en día.
En cuanto al anarquismo en sí, fue un tipógrafo francés de clase trabajadora, Pierre-Joseph Proudhon, quien acuñó el término en 1840 y fue el primero en identificarse a sí mismo como anarquista. La idea se propagó rápidamente y creció más allá de lo que un solo hombre podría haber imaginado.
Los anarquistas han desempeñado un papel enorme en revoluciones, luchas laborales, levantamientos y la cultura desde entonces. En la década de 1880, los anarquistas que luchaban contra el trabajo asalariado en Estados Unidos se involucraron en la lucha por la jornada laboral de ocho horas. Después de una serie de derechos laborales que culminaron en un enfrentamiento en Haymarket Square en Chicago, ocho anarquistas fueron juzgados explícitamente por ser anarquistas. Cuatro fueron ahorcados y uno se suicidó en la cárcel como resultado. Su martirio cambió la historia laboral en todo el mundo, y el anarquismo continuó siendo una voz fuerte en el movimiento laboral. La viuda de uno de esos mártires, una anarquista negra llamada Lucy Parsons, ayudó a formar el sindicato más revolucionario en la historia de Estados Unidos, la antirracista Industrial Workers of the World.
Los anarquistas en México lideraron las primeras huelgas en ese país a mediados del siglo XIX y eventualmente estuvieron involucrados en los levantamientos que llevaron a la revolución mexicana.
A principios del siglo XX, asesinamos a reyes y otros jefes de estado, ganándonos para siempre la reputación de lanzadores de bombas y asesinos, que algunos de nosotros llevamos con orgullo y otros preferirían olvidar.
Luchamos por la revolución en Rusia durante décadas, solo para ser traicionados cuando los bolcheviques volvieron y comenzaron a asesinarnos en 1917. Durante tres años, de 1918 a 1921, siete millones de ucranianos vivieron como anarquistas hasta que el ejército bolchevique traicionó una alianza y nos conquistó mientras estábamos ocupados luchando contra los ejércitos contratados por los capitalistas.
En Alemania en la década de 1920, los anarco-sindicalistas organizaron doscientas clínicas de aborto ilegales, ayudando a las personas, anarquistas o no, a controlar su autonomía corporal.
Tuvimos otros tres años de revolución de 1936 a 1939, cuando los sindicatos anarco-sindicalistas tomaron el control de Cataluña, una región de España, durante la Revolución Española. Una vez más, mientras los anarquistas estaban ocupados luchando contra una invasión de derecha, el partido comunista controlado por los bolcheviques abrió fuego contra nosotros y el país cayó en manos de los fascistas.
Los anarquistas estuvieron muy involucrados en la independencia de Corea del dominio colonial japonés, intentando más de una vez asesinar al emperador japonés, y estuvimos involucrados en la lucha laboral y agraria en América del Sur. Organizamos a vagabundos armados en los Estados Unidos y robamos bancos en Francia. Y hemos estado involucrados en numerosos movimientos artísticos, literarios y musicales, desde la participación de André Breton en el surrealismo hasta la influencia de Crass en el punk y el enfoque pacifista anarquista de Ursula le Guin en la ciencia ficción y fantasía.
Pero no podemos ser detenidos por el pasado. Tenemos nuestra propia historia por hacer.
Presente
El anarquismo no es un concepto que se pueda encerrar en una palabra como una lápida. No es una teoría política. Es una forma de concebir la vida, y la vida, sea joven o vieja, ancianos o niños, no es algo definitivo: es una apuesta que debemos jugar día tras día.
—Alfredo M. Bonanno, 1998
Desde el inicio del siglo veintiuno, el anarquismo ha estado en alza como movimiento. Comenzó con las manifestaciones anti-globalización a principios del milenio, luego pasó a la era de los movimientos contra la austeridad en todo el mundo a principios de los años 2010, y ahora entra en una época de ayuda mutua en desastres, organización de ayuda mutua y luchas contra el extremismo de derecha y la expansión de la vigilancia policial.
Los problemas que enfrenta el mundo en este momento son indescriptiblemente graves, desde el aumento de la extrema derecha en todo el mundo hasta el aumento de las temperaturas globales. Sin embargo, los sistemas económicos y gubernamentales que tenemos han demostrado ser ineptos o cómplices. Cada día, más personas están dispuestas a rechazar el autoritarismo, el capitalismo y las soluciones estatales a nuestros problemas. Lo cual tiene sentido—el capitalismo está destruyendo rápidamente todo, y no olvidaremos pronto la pesadilla que los autoritarios hicieron de la revolución, ya sean fascistas de derecha o estalinistas de izquierda.
Así que digamos que quieres unirte
En una sociedad que ha destruido toda aventura, la única aventura que queda es destruir esa sociedad.
—Graffiti francés anónimo, 1968
El anarquismo no es un club de membresía. Incluso como ideología política, somos más una anti-ideología que algo con un conjunto estricto de reglas. Así que no hay formularios de membresía para enviar por correo y no hay tarifas. Hay grupos anarquistas en todo el mundo que trabajan en muchos problemas que podrían interesarte, desde ecología hasta justicia social, y muchos de esos grupos te permitirán unirte, o al menos participar en sus acciones.
Pero también puedes simplemente hacerlo. Encuentra un grupo de personas con ideas afines y ponte en acción. Organiza a todos los jardineros de tu vecindario para compartir productos de forma gratuita o organiza resistencia contra una multinacional como Walmart que quiere establecerse en tu ciudad. Okupa un edificio y "toma prestada" electricidad para organizar eventos y recaudar dinero para presos anarquistas. Ataca símbolos de poder. Difunde información. Actúa de la manera en que sientas la necesidad de actuar.
Pero lo más importante de ser anarquista es: tratar a otras personas con respeto, como dueñas de sus propias vidas; y tomar control de tu vida, buscando la libertad pero manteniendo responsabilidad contigo mismo y con quienes te importan.
En algunos lugares, hay grupos existentes que pueden necesitar tu ayuda. Raramente serán organizaciones anarquistas directamente, más bien serán organizaciones en las que los anarquistas participan y que funcionan de manera horizontal. Food Not Bombs es una organización de ayuda mutua que lleva mucho tiempo proporcionando comida gratuita a quienes la necesitan. Las noches de escritura de cartas a presos también son una buena forma de involucrarse. Hay eventos de recaudación de fondos en centros comunitarios a los que puedes asistir.
En lugar de intentar unirte "a los anarquistas", generalmente es mejor unirse a los movimientos sociales en tu área y buscar a los anarquistas o a aquellos con tendencias anárquicas.
Como advertencia, hay depredadores en el movimiento anarquista. Agentes del estado se infiltran en nuestro movimiento y hacen todo lo posible por destruirlo. Se aprovechan especialmente de las personas nuevas, incitándolas a cometer actos ilegales y luego enviándolas a prisión por años o décadas. No cometas delitos graves con personas que no hayas conocido durante años. Nunca dejes que nadie te convenza de que si "realmente te importa" el anarquismo u otra causa, deberías realizar alguna acción peligrosa.
Y aunque estés actuando solo o con tus amigos de la infancia más cercanos, piensa cuidadosamente y con madurez en las consecuencias de cualquier acción ilegal que puedas tomar. Aunque no podemos dejarnos paralizar por el miedo, debemos recordar que ciertos tipos de acciones serán tratadas muy, muy seriamente por las autoridades y se puede hacer mucho más bien desde fuera de la prisión que desde dentro.
Pero dejando eso de lado, bienvenido/a. Te necesitamos. El mundo te necesita. Juntos/as podemos lograr algunas cosas.
Para saber más
A veces la gente pregunta qué tipo de gobierno es más adecuado para que viva un artista. A esta pregunta solo hay una respuesta. El tipo de gobierno más adecuado para el artista es ningún gobierno en absoluto.
—Oscar Wilde, 1891
Algunos anarquistas históricos interesantes para investigar por diversión incluyen: Lucy Parsons, Emma Goldman, Peter Kropotkin, Mijaíl Bakunin, Errico Malatesta, Kuwasi Balagoon, Ricardo Flores Magón, Jules Bonnot, Maria Nikiforova, Néstor Majnó, Noe Itō, Kaneko Fumiko, Voltairine DeCleyre, Louise Michel y Francesc Ferrer.
Vamos a heredar la Tierra. No hay la menor duda al respecto. La burguesía puede destruir y quemar su propio mundo antes de finalmente salir del escenario de la historia. No le tenemos miedo a los escombros. Nosotros, quienes hicimos las praderas y construimos las ciudades, podemos construir de nuevo, incluso mejor la próxima vez. Llevamos un mundo nuevo, aquí en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este momento.
—Buenaventura Durruti, 1936